Sí, sí, has leído bien, en este artículo vamos a hablar sin pelos en la lengua de una de las prácticas sexuales tabú por excelencia; el sexo anal.
Cuando hablamos de sexo anal, nos referimos a cualquier estimulación provocada sobre el ano ya sea con caricias, con la lengua (anilingus) o con la introducción de los dedos, un juguete sexual o el pene. Puesto que esta zona de nuestro cuerpo está dotada de numerosas terminaciones nerviosas, el ano constituye una zona erógena fundamental capaz de hacernos sentir experiencias sexuales muy intensas.
Esta práctica ofrece múltiples opciones, pues además de la penetración anal, la masturbaciónen esta zona ofrece un mundo de posibilidades. Puede ser un buen complemento de las relaciones genitales, ya que acariciar el orificio anal o introducir suavemente alguno de los dedos durante la masturbación genital o el coito intensificará de manera inevitable la excitación.
Los juguetes sexuales también pueden ser un buen añadido, pero ojo, deberemos ser selectivos a la hora de escogerlos y centrarnos en objetos destinados únicamente a tal efecto con la finalidad de evitar dañar la zona, sortear cualquier tipo de infección y obstaculizar su paso hacia el intestino.
Por último, no queremos olvidarnos de las sensaciones capaces de aportar la estimulación bucal o lingual sobre esta área, práctica conocida como anilingus o beso negro. En este punto resulta indispensable hacer especial hincapié en una correcta higiene y recordarte la existencia de protectores bucales de látex para practicar sexo oral de forma segura.
Connotaciones negativas y riesgos del sexo anal
Aunque practicado durante siglos, el sexo anal sigue estando asociado a cuantiosas connotaciones negativas y falacias de las que hablaremos a continuación, por lo que no resulta extraño que sea un tipo de práctica ampliamente silenciada sobre la que por regla general cueste hablar. No obstante, una cosa es lo que se dice y otra bien distinta es lo que realmente se hace en la intimidad y en esta ocasión debemos señalar que el sexo anal no es algo anormal, pues se trata de una opción sexual que tienen en cuenta muchas parejas que sucumben a la curiosidad de probar las sensaciones que éste les puede aportar.
Lo que bien es cierto es que el sexo anal entraña ciertas peculiaridades, y es que aparte de tener en cuenta la propagación de enfermedades de transmisión sexual (gonorrea, sífilis, VIH, clamidias…), deberemos pensar que el recto es una zona especialmente sensible en la que pueden formarse minúsculas grietas desencadenantes de infecciones –especialmente VPH, uretritis…– e icluso fístulas, debido a una mala praxis. Estas particularidades tenidas en cuenta, especialmente con el uso de métodos anticonceptivos de barrera, no constituirán un impedimento para practicarlo de forma placentera y segura si así lo deseas. Aquí te vamos a contar de qué manera puedes hacer frente a estos posibles riesgos… y cómo aprender a disfrutarlo sin peligros. ¡Atrévete a descubrirlo!